©Pintura de Linda Coppens
TESTIMONIO SIN REPARO
Aquel
ahínco de agua rozaba los resquicios de mis pies descalzos
Era
entonces inmenso el mundo que me ofrecían los espejos
Mis ojos
absorbían toda una vida: la vida honda que murmuraba
en mi
copioso tórax de papel
Era también
la luz del candil una dádiva que arrullaba mis sienes
en su
urgente rama de viento y noche continua
Largos
senderos de adustez rodeaban de infinito mi ropa pálida
Crecía
pronto entre calles grises y manos yertas
Crecía como
un tren de papel a cuestas de su ronquido
Crecía como
un barco de sal en una lágrima desprendida del viento
Desde fuera
claro el mundo era alucinante y profundo
desde
dentro una luna de ceniza abrigaba mi tímido cauce
Un pájaro
de piedra derribaba mi escalera: ese todo que uno ansía
como un
salvavidas pintado de arco iris
Después
sólo me quedé con el consuelo de las palabras
mirando la
sombra de mi infancia la miel de los panales y el sigilo
de una
aguja que se clava en la piel hasta hacerla inolvidable.
Del libro: Metáfora del desequilibrio”, 2019
©André Cruchaga
©Pintura de Linda Coppens